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Salmonicultura en Navarino: dejemos que hable la academia – Ramón Arriagada – Opinión

Salmonicultura en Navarino: dejemos que hable la academia – Ramón Arriagada – Opinión

Nadie hubiese imaginado que la labor colonizadora emprendida en la isla Navarino, y especialmente en la ciudad de Puerto Williams, pasaría a ocupar el centro de la discusión ciudadana en nuestra región. A ello ha contribuido que en la capital, Punta Arenas, donde debiera concentrarse la inteligencia regional, todo circula alrededor de repetitivas ansias electorales, cuando se acerca un nuevo carnaval de las vanidades políticas.

Los partidos, al parecer, carecen  a nivel regional de sensibilidad para captar lo que significa estar hablando de temas como la filosofía ambiental, en la defensa de la biodiversidad del extremo austral de Chile. En Puerto Williams un mayor conocimiento del ambiente se ha traducido en una conducta de mayor preservación y mayor protección. Ha sido una de las grandes contribuciones de la cátedra universitaria en los últimos tiempos en Magallanes. Papel importante lo ha jugado el  doctor y académico Ricardo Rozzi, ecólogo  de la Umag.

He quedado sorprendido de cómo el suplemento de La Segunda de los días viernes, unas de las publicaciones más requeridas por el mundillo opinante en Chile, dedica parte importante de sus páginas a recoger lo que está sucediendo en la Patagonia y en específico la zona subantártica de Magallanes. Bien sabido es la orientación de este medio escrito; pertenece a la cadena de El Mercurio y según los mal pensados, la familia Edwards paga aquí sus vergüenzas de ser un órgano de defensa de la derecha económica en Chile. Ante la posibilidad de la llegada de numerosas empresas salmoneras, señala que en el lugar, “ya está funcionando como un laboratorio ecológico y social perfecto para generar un modelo de desarrollo propio”.

El título es llamativo y dice “El norte sustentable está en el sur”, en alusión a Navarino, para luego agregar en términos laudatorios: “En ese lugar, donde están los bosques más australes del mundo, con un ecosistema que no tiene réplica en el planeta y donde caen lluvias de una limpieza “preindustrial”, las menos contaminadas del globo, es todavía posible prevenir la temida homogeneización cultural”.

Es cierto, en el mercado mundial, es apreciado el salmón proveniente de la Patagonia. He navegado por los lugares donde ahora están los sitios de cultivo en Ultima Esperanza y he llegado a la conclusión que pasarán decenas de años para que el hombre pueda poblarlos. Hay espacios en esos lugares; no se justifica, por lo tanto, ir a establecer las poco estéticas balsas de crianza en Navarino,  una de las 24 áreas “más prístinas del mundo”, según la fundación Conservation International.

Ni cuando nuestros bosques de lengas los estaban moliendo para hacer “chips”, en el tiempo, del mayor de los atentados ecológicos, presenciado por esta generación de magallánicos, la academia, el alma matter, la Universidad de Magallanes, había tenido una opinión tan decisiva. En esta lucha del intelecto contra la producción desmedida, es evidente, que hay una acumulación de experiencias; emerge el fantasma de Chiloé donde la salmonicultura, la extracción de turberas y la plantación de eucaliptus en la última década han cambiado  fuertemente tanto el paisaje y la cultura. “Ya no es posible comer ahí un cancato (plato típico chilote), con sierra, un pescado nativo ¡Sólo hay salmón!, enfatiza acertadamente Ricardo Rozzi.

Son “verdades incómodas”, parafraseando a Al Gore, el prestigioso político norteamericano, que hoy crea conciencia pública sobre el calentamiento global. El nivel del debate se irá enriqueciendo respecto a la salmonicultura en Navarino. En la filosofía ambiental hay mucho de ciencias del ambiente y también de teoría sociológica. Por tanto, suenan extemporáneos los conceptos emitidos por Alejandro Kusanovic Glusevic, presidente de la CPC, descalificando a la senadora Goic por su posición respecto a la salmonicultura. El  personero sabe, que jamás los pescadores artesanales, serán capaces de participar en una industria como la crianza de salmones. Es desconocer la historia reciente de esa actividad en Chile, donde todo está en manos de grupos económicos, con predominio de poderosas transnacionales.